Flotan entre brumas suaves,
sin distinguir si ascienden o se disuelven.
Las montañas aquí no pesan, no yacen: sueñan.
Se alzan desde las nubes como pensamientos sin forma,
como deseos que aún no despiertan.
Montañas que se desvanecen en bruma para convertirse en río. Un viaje sobre la impermanencia,
el eco de algo que se avecina,
y la certeza de que incluso la piedra más antigua
puede transformarse en luz.

Montañas que sueñan.

Acrílico sobre tela, 120 x 100 cm.