Acrílico sobre tela, 100 x 120 cm.

En Los delfines detrás de las burbujas, lo visible se abre a lo invisible. La escena no se agota en lo que aparece: lo esencial permanece oculto, como esos delfines que nunca vemos pero intuimos tras la espuma. La obra habita el territorio de los sueños, donde el peso del cuerpo se disuelve y flotamos suspendidos en un vaivén entre nubes y mareas.

Cada trazo cálido es un recordatorio de que lo real no siempre coincide con lo que percibimos; hay presencias secretas que se revelan sólo en la imaginación. Como en los sueños, lo ausente habla tanto como lo presente: lo que no vemos sostiene la ensoñación.