Acrílico sobre tela, 100 x 80 cm.
detalle
En Cumbres líquidas, el azul se vuelve territorio en mutación. Lo que empieza como agitación encuentra forma en elevaciones que no se fijan, sino que fluyen; montañas que recuerdan su origen marino, volcanes que respiran como si aún guardaran la memoria de las mareas.
Más que hablar de permanencia o fugacidad, esta obra explora la tensión entre fuerza y sosiego. Es un paisaje que pulsa, donde la energía se expande y, al mismo tiempo, se repliega. Un escenario donde los elementos dialogan entre sí como si fueran notas en una partitura: la ola, el volcán, la nube. Todo vibra en un mismo acorde azul.