La composición renuncia a la definición precisa, evocando un tránsito constante entre estados, formas y emociones. Las nubes y la neblina no ocultan: sugieren. El conjunto vibra en una sintonía pausada, contemplativa. Aquí, en las alturas, la emoción encuentra su cauce, no como agitación, sino como corriente que asciende con calma hacia un horizonte claro y esperanzador.
Claridad en la bruma.
Acrílico sobre tela, 180 x 140 cm.